blogdejuangab3esoa
viernes, 6 de junio de 2014
domingo, 18 de mayo de 2014
martes, 6 de mayo de 2014
viernes, 2 de mayo de 2014
Trabajo sobre EL Siglo de Oro
Poetas del Siglo de Oro:
http://www.pinterest.com/jaguilarcruz/poetas-del-siglo-de-oro/
Cuadros del Siglo de Oro:
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domingo, 20 de abril de 2014
domingo, 23 de marzo de 2014
Lazarillo del siglo XXI
En Sevilla, a 13 de
Octubre de 2014
Al Tribunal Superior de Justicia de
Sevilla.
A la atención del Sra. jueza Alaya
Rodrígez Muria.
Con todos mis respetos su señoría:
Mi nombre es Abdul, que en Árabe
significa sirviente de Alá, del barrio marginal del Príncipe.
Todo empezó, en una tarde muy soleada
cuando yo tan solo tenía 6 años, estaba en mi casa, cuando unos
hombres con cascos y palos, se llevaron a mis padres. En ese momento
creía que era uno de esos tantos hombres que entraban a ver a mi
madre.
Algo que me extrañaba mucho, era que
al salir, mi madre siempre hacía la cama de nuevo, y encontraba más
dinero en aquella hucha que nunca me dejaban tocar, o muchas de las
personas que venían a ver a mi padre, que más tarde salían con una
especie de polvos de color blanco, que posteriormente cambiaban la
actitud de los consumidores.
El caso es, que mis padres me dejaron
solo, cosa que nunca les perdoné. Al verme solo mis primas mayores,
se hicieron cargo de mí, aunque nunca me daban de comer, ni me
proporcionaban camas ni nada. En la casa solo había una, y en mi
opinión, mis primas las usaban para acercarse demasiado a los
hombres y a todos los que se acercaban por mi nueva casa.
Dos años más tarde, mis actos
vandálicos para conseguir algo para poder llevarme a la boca y que
mi pobre estómago dejara de sonar tantas veces después de tanto
tiempo, me conllevaron a un lugar, del que todos hablaban y que nadie
quería visitar nunca. Mis primas no me defendieron en nada por la
sincera razón, de que el denunciante, era uno de sus principales
clientes. Me pidieron perdón, pero llegué a la conclusión de que
hicieron lo que debían.
Me condenaron a 2 años en el centro de
menores.
Esos 3 años en el centro de menores,
fueron muy duros para mí, pero logré cumplir sentencia y volver con
mis primas. En mi estancia por el centro, los jóvenes, se reían de
mí, me quitaban la comida, me echaban de las celdas en las que yo,
por culpa de ellos, no pasaba la noche...
Todos los días, le mandaba cartas a
mis primas para que vieran, la mal que lo estaba pasando.
Aunque lo bueno que tenía es que tenía
comida, y un techo en el que poder dormir.
Busqué amigos, pero todos me pegaban,
todos excepto un amigo que conocí estudiando en aquellas
habitaciones oscuras a las que nadie iba. Se llamaba Mohammed, y de
ahí en adelante, establecí una gran amistad con él. Nunca nos
separábamos, y tuvimos que empezar a ganarnos respeto.
Una tarde, al salir al patio en el que
todos los niños salían a descansar de tanta celda, y a disfrutar un
rato de la luz del sol jugando al fútbol. El caso es que no nos
dejaban jugar por el simple hecho de no haber pegado a nadie. Al
chico más temido por todos no le apetecía jugar, por lo que se
sentó en el banquillo y observó.
Uno de los más vacilas se dirigió
para mí y me dijo:
- ¿No os enteráis de lo que os
acabamos de decir?
Yo contesté:
- ¿No te has enterado de que nos da
igual lo que digas?
En ese momento el chico se dirigió
hacia mí, y muy valentón se dirigió a pegarme, creyendo que me iba
a asustar, pero yo me envalentoné el doble que él y en ese momento,
empezó el combate por el cual, me condenaron a un año más de
castigo.
Una vez acabada la sentencia, volví a
vivir con mis primas.
Una de mis primas, la más chica, (que
tenía unos 17 años) se alegró mucho de volver a verme, tanto que
esa misma noche no sé como acabé con ella, bebiendo.
Mi prima me dijo que me quería, y yo
me empecé a reír diciéndole que no era ella, sino que era el
alcohol que habíamos bebido esa noche. De repente se lanzó a por mí
y me besó, cosa que no pude evitar, porque sentía una gran
atracción por ella. A partir de ahí, empecé a sentir cosas muy
fuertes por ella, y ella por mí, o por lo menos eso creía yo.
Decidimos irnos a buscar una nueva vida
juntos, en algún lugar en el que nadie nos conociese, para poder
llevar nuestra relación adelante. El primer día fuera de casa, no
pudimos alojarnos en ningún hostal, porque en aquella zona no quería
tener nadie un negocio.
Nos encontramos a un profeta manco, el
que nos proporcionó comida y cobijo. La condición, era ayudarlo en
todo lo que pudiéramos y él nos cuidaría, por lo que aceptamos.
El primer día, viajé con él, al
pueblo de al lado, para desarrollar la función de que los demás
creyeran en Alá, como buenos musulmanes y siguieran las órdenes del
Corán.
Me hizo beber de una botella, diciendo
que era una de las mejores reservas de zumo natural que había en la
zona. Al beberlo, el hombre se empezó a reír, y yo sorprendido por
tal risa, le pregunté:
- ¿De qué se ríe usted señor?
El contestó:
- Lo que te acabas de tomar no era
zumo, era orina metida en un tarro de arcilla muy antiguo en el que
siempre hago mis necesidades.
Yo rápidamente le solté una patada en
la cara, por lo que los vecinos, me separaron de él. Él pobre, pero
astuto anciano, se puso a llorar en medio de todo el mundo, y dijo:
- ¿Veis lo que tengo que aguantar?
Que un niñato de estos, me pegue, sólo por haberle pedido dinero,
para poder darle de alimentar a mi pobre hija.
Yo, enfadado, me fui de aquel espantoso
ambiente que había contra mí. Me fui a un bosque cercano que había
en ese pueblo.
Al llegar el anochecer, no tuve más
remedio que volver para ver a lo que más quería, a mi querida
prima, que más que prima, ya era mi novia.
Al llegar, llamé a la puerta, pero
nadie nadie respondió. En ese instante miré hacia la ventana y
observé que estaba abierta. Entré a la casa a través de ella, y me
dirigí hacia el frigorífico, del que cogí varias frutas. Me fui al
sofá, a disfrutar del delicioso manjar mientras veía un poco la
televisión, pero al empezar a comer, escuché unos ruidos raros que
venían desde el cuarto del señor de la casa. Subí por las
escaleras y encontré la puerta cerrada; la abrí, pues lo que me
encontré iba a ser lo peor de todo. Al abrir la puerta encontré a
''Mi niña'' desnuda, y el señor la estaba forzando a hacer sexo. Mi
reacción fue quitarlo de encima, y proporcionarle una buena paliza,
cosa por la cual, me llevaron al calabozo por un día.
Al salir de la comisaría, mi
pensamiento fue en matar al señor, pero más tarde pensé en que no
me convenía nada mandarlo de viaje hacia la tumba.
Llegué a la casa, y fui en dirección
de mi prima, cuando la vi fregando los platos sin ropa le pregunté:
- ¿Por qué no tienes ropa?
Ella me contestó:
- El señor me ha quitado todo, y lo
ha vendido para complacer sus necesidades con otras mujeres, ya que
sabe que si lo hace conmigo le pegarás...
-Pues bien sabe. - Respondí yo.
El caso es que le dejé mi ropa, y me
puse unos pantalones que encontré en el trastero. Pasaron unos
cuántos de años, y el señor parecía haberse centrado un poco,
pero lo peor lo tenía por llegar.
Encontró esposa, de la que se enamoró
al máximo, y a la que tenía el mayor aprecio que se le podía tener
a una mujer, o por lo menos eso decía él.
Una tarde, en la que estábamos en la
casa solos, yo y la esposa del señor, decidí devolverle la jugada.
Yo sabía que le atraía a la esposa, por lo que con unas cuantas
palabritas, la metí en la cama.
Estuve dándole al tema, hasta que el
señor volvió:
- ¡Parad! Dijo el señor medio
decepcionado, medio cabreado.
Yo al saber que le estaba doliendo,
proseguí, pensando en lo que le había hecho a mi chica, él
rápidamente se dirigió a mí y me dio un puñetazo, del que quedó
marca por un largo tiempo.
El señor estaba destrozado, y una
noche, se le pasó por la cabeza matarme por lo que había hecho.
Estaba durmiendo junto a Jittzel, (mi
prima) y escuché cómo se habría la puerta de la habitación.
De repente vi una sombra que tenía un
cuchillo en la mano, y cuya sombra se acercaba a mi poco a poco. Me
intentó clavar el cuchillo en el corazón y yo, en defensa propia se
lo clavé a él. Esa es la razón por la que a día de hoy, estoy
aquí injustamente. Por favor comprenda mi situación.
Un cordial saludo, Abdul
Mohhamed Salazar.
miércoles, 5 de marzo de 2014
Descripción de la foto, con alguna frase que tenga C.Rég.
La foto trata de una familia, que viaja en bicicleta cerca de la orilla de la playa, por una senda de arena, y alguna que otra piedra.
La madre llevaba puesto unos vaqueros y una camisa parecida a la del padre.
Ella estaba enamorada de el hombre que aparece a su lado.
La bicicleta del padre tenía un color de antigüedad.
Llevaba detrás a su hija menor, que iba vestida con un vestido muy bonito.
El hijo contaba con unas zapatillas deportivas azules.
Parece que habían quedado con alguien, o simplemente habían salido a pasear.
Parece que están hablando del mar.
La madre llevaba puesto unos vaqueros y una camisa parecida a la del padre.
Ella estaba enamorada de el hombre que aparece a su lado.
La bicicleta del padre tenía un color de antigüedad.
Llevaba detrás a su hija menor, que iba vestida con un vestido muy bonito.
El hijo contaba con unas zapatillas deportivas azules.
Parece que habían quedado con alguien, o simplemente habían salido a pasear.
Parece que están hablando del mar.
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